El hombre gris

Pero los meses iban pasando y el dolor se me escapaba por las noches y lo arrasaba todo. 

Ya no me acordaba de lo que era estar fuera de ese sitio. 

Ya no me acordaba de la cara de/

Y entonces conocí a un hombre, (a través de un mecanismo con una cuerda y un polea, del techo baja una escopeta antigua) a un hombre que llevaba la tristeza impresa en su cara. 

John Rofle. 

(del techo baja, de pronto, una escopeta colonialista, esta representará al hombre del que habla)

Cuando se acercaba me entraban unas ganas terribles de soltarme y empezar a llorar. Era como si todo lo que había retenido en mi cuerpo de planta, después de meses y meses, con él delante, se escapara por entre las junturas, como el agua.

Solo quería eso. Eso a borbotones.

Le odiaba, era uno de ellos, pero él estaba tan jodido como yo, se lo podía ver en los bordes de sus ojos. Lo estaba, aunque nunca lo dijera. Su mujer y su hija habían muerto en un naufragio, en el mar como/ Habían muerto hacía poco y la muerte le deformaba la cara. 

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